Un puente hacia nosotros mismos
En las culturas occidentales ha existido y parece que en algunos contextos todavía existe una tendencia histórica a considerar el cuerpo humano de dos formas contradictorias.
Se considera el cuerpo como una fuente de placer pero también como un elemento pecaminoso y a la vez distinto de la mente, que parece que es más sutil.
En las últimas décadas se han producido diversos esfuerzos, intelectuales, psicológicos y espirituales con la intención de establecer un puente entre estas dos visiones, con el fin de lograr un compromiso más integrador del cuerpo aunque en algunos casos y contextos todavía parece que no es suficiente.
«El movimiento y el arte se inspiran mutuamente. El proceso creativo de vivir el arte, el movimiento y la vida de cada uno es el mismo»
Barbara Mindell
Pero parece que todavía le tenemos miedo al cuerpo.
Parece que todavía es arriesgado despertar las experiencias arcaicas más dolorosas y las zonas muertas que constituyen sus huellas, en definitiva, asumir la responsabilidad del estado de nuestro cuerpo, tomar poco a poco conciencia de él hasta sentir la propia vida tomar cuerpo.
Hacerse cargo de uno mismo y correr con los gastos de la propia madurez.
Pero aunque no seamos conscientes, nos corresponde a nosotros tomar esa decisión.
La invitación pues es ayudarnos de ejercicios que nos permitan la profundización en la afectividad y en la intimidad que uno experimenta consigo mismo ya que están asociados con el incremento del flujo de la oxitocina, un neurotransmisor hormonal que favorece el amor y la bondad.