Nutrición y enfermedad: Premisas de una alimentación sana y equilibrada

La alimentación es considerada como un instrumento para la prevención de enfermedades, por lo que resulta evidente la necesidad de invitar a la población a conocer y aplicar una alimentación equilibrada, para prevenir e incluso tratar muchas enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes.

Se ha demostrado científicamente que nuestros genes sólo condicionan entre el 10 y el 20% del riesgo de sufrir una enfermedad. El resto está dictado por nuestro estilo de vida, incluyendo factores psicológicos y sociales y, por supuesto, la comida. Por lo tanto, el entorno es en gran medida responsable del estado de salud del individuo.

Con los medios de comunicación que disponemos actualmente, es muy sencillo obtener información sobre alimentos saludables o una alimentación equilibrada. No obstante,  muchas personas necesitan un refuerzo para afrontar la toma de decisiones y prepararse para un cambio o adaptación. Puede ser que no lo hayan hecho antes por miedo, o incluso por rutina. Por ello, la tendencia nutricional actual le da a la alimentación un enfoque integral, contemplando otros factores que puedan interferir en el proceso.

A continuación, vamos a enumerar las principales premisas que debes llevar a cabo en una alimentación sana y equilibrada:

  1. Elimina los alimentos procesados y ultra procesados.
  2. Consume alimentos vegetales crudos, enteros y sin procesar a diario. Vegetales variados (verdes, de hoja, crucíferas), frutas, bayas, legumbres, cereales integrales, semillas, especias, hierbas, algas, hongos…
  3. Favorece la cocción a baja temperatura, o tiempos cortos de cocción.
  4. Incluye la fruta diariamente.
  5. Aumenta el consumo diario de proteínas vegetales (legumbres, cereales integrales, semillas oleaginosas, algas, soja, productos fermentados). En cuánto a proteína animal opta por las de alto valor biológico (rica en aminoácidos esenciales) como el huevo, pescado, carne magra.
  6.  Hidrátate bien durante todo el día. Bebe agua pura filtrada o infusiones. Elimina el azúcar, los refrescos, las bebidas 0% y los zumos de fruta industriales.
  7. Lee las etiquetas y evita los alimentos compuestos por más de 5 ingredientes como azúcar, siropes, sal…
  8. Consume productos orgánicos para limitar las toxinas, los plaguicidas y los antibióticos, y evita comer alimentos
    pobres en nutrientes.
  9. Haz una lista de los alimentos saludables que te gustan y prepara una lista de la compra que te servirá para no comprar
    alimentos procesados.
  10. En cuanto a aceites,  el aceite de oliva es excelente. Consúmelo de forma cruda o a bajas temperaturas.

Como hemos dicho anteriormente, la alimentación es un factor clave para la prevención de enfermedades y la promoción de la salud. Sin embargo, no es suficiente. También es necesario mantener un nivel adecuado de actividad física. El ejercicio físico nos ayuda a regular nuestro cuerpo, ya que gastamos la energía que obtenemos de los alimentos, que de otro modo se acumularía en nuestro cuerpo en forma de grasa, pudiendo dar lugar a sobrepeso y a las enfermedades vinculada al mismo.

Sanando a nuestro niño interior

 

 

 

La mente es poderosa. Nos arrastra de un lado a otro, nos sumerge en el pasado o nos hace temer al futuro. A veces, nos atrapa en círculos de pensamientos y emociones que nos mantienen en la misma realidad una y otra vez.

No obstante, es importante tener en cuenta que los pensamientos y emociones que experimentamos no son parte de nuestra verdadera identidad, sino patrones, creencias y paradigmas que hemos adoptado a lo largo del tiempo por nuestra interacción con la cultura y la sociedad. Estos factores nos distraen del presente, el cual podríamos alcanzar conectándonos con nuestro cuerpo, nuestros potenciales y nuestra auténtico Ser.

Durante la infancia se nos enseña a definir quiénes somos, cómo debemos comportarnos y pensar. Esta enseñanza condiciona nuestra identidad a la personalidad, creando una separación entre esta y nuestra esencia espiritual. La educación convencional, centrada en la enseñanza y en la perpetuación de arquetipos culturales, nos lleva a enfocarnos en lo intelectual en lugar de en lo espiritual y emocional, generando personalidades arquetípicas para mantener el statu quo. La cultura, a través de los padres, nos transmite creencias limitantes surgidas de frustraciones y comportamientos que, aunque parezcan normales, en realidad no lo son. Los padres no son conscientes de que su hijo replicará esas mismas conductas en el futuro consigo mismo o con los demás, y viceversa. Las emociones vinculadas a esas creencias limitantes son las que el hijo heredará y repetirá.

Nuestro niño interior herido es el yo infantil afectado por emociones disruptivas que se han arraigado en él. Estas emociones se han grabado en el subconsciente y se repiten en la edad adulta debido a ciertas circunstancias o actitudes de otros. Estas emociones nos recuerdan que aún hay heridas por sanar. Es normal sentirnos afectados por ellas, ya que todos tenemos vulnerabilidades que pueden desencadenarlas. Es importante reconocerlas y comenzar el proceso de sanación para encontrar la paz interior. No debemos olvidar que las emociones disruptivas son una parte natural de la experiencia humana y que no hay que reprimirlas. Aceptarlas y permitirnos sentirlas es el primer paso para trabajar en sanar esas heridas emocionales. Al conectarnos con nuestro niño interior herido, podemos comprender mejor nuestras reacciones y aprender a brindarnos el cuidado y la comprensión que necesitamos.

Para reconectar con nuestro verdadero Ser, debemos llevar la conciencia al cuerpo a través del movimiento significativo. Es vital enfocar los sentidos en percibir la vida y nuestras sensaciones, sin juzgar, manteniendo la conexión con la respiración constante. La respiración consciente y los labios entreabiertos nos sumergen plenamente en la experiencia, alejándonos de la mente activa y cultural. Para fortalecer este proceso, es importante que nuestra conciencia se acostumbre a estar presente en el aquí y el ahora. Por lo tanto, cada día repetiremos y cuantas más veces mejor la afirmación: “Siento este momento con todos mis sentidos”, dirigiendo nuestra atención a cada uno de ellos. Al practicar la atención plena en el momento actual, nos acercamos cada vez más a nuestra verdadera esencia. Recuerda, aceptar y sentir nuestras emociones es el primer paso para encontrar la paz interior y vivir en armonía con nuestra auténtica identidad.

Una Sesión de Pies

Hemos llevado la atención a nuestros pies y hemos trabajado con ellos con la intención de poder apoyarnos, caminar, levantarnos y estar de pie de una forma más fácil, más equilibrada, ganando confianza para aprender a sostenernos en nosotros mismos.

Una sesión presencial de alineación corporal activa  diferente pero no por ello menos interesante y constructiva.

Gracias

El dolor de cabeza y la migraña: una mirada consciente