Los Pies también hablan

Quizá has hecho el test que te propuse en el artículo anterior para poder tomar conciencia del apoyo de tus pies. Continuando con ese artículo, y extraído del libro “Conocernos” ¿Qué nos quiere decir el cuerpo con la enfermedad?, os voy a seguir hablando de los pies.

¿Qué nos quieren decir nuestros pies?

Los pies son el soporte sobre el que nos asentamos, nuestro punto de apoyo en el suelo, la base sobre la que nuestro cuerpo se sostiene para poder estar de pie, para desplazarse, para moverse, para ir hacia delante. Son nuestro contacto con la tierra, con la vida, con los demás. Los pies, por tanto, representan nuestras posiciones, afirmadas y reconocidas y, como consecuencia, los criterios con los que regimos nuestra vida, nuestros ideales y nuestras convicciones. Simbolizan el papel oficial que interpretamos, nuestras actitudes, nuestros apoyos en las relaciones, sobre todo suelen estar vinculados a la madre y a nuestro arraigo. Por último, son también símbolo de libertad ya que nos permiten el movimiento.

Los pies nos muestran de qué manera avanzamos por la vida: Unos pies grandes indican a una persona que en su infancia estuvo muy unida a su madre. Es posible que tenga cierta tendencia al materialismo. Por el contrario, unos pies pequeños nos indican que el apoyo lo encontraba en lo paterno y puede tratarse de personas atraídas por lo intelectual y lo espiritual. Unos pies planos corresponden a una persona que busca el afecto de la madre, cuando soy niño no quiero separarme de mi madre, o ella…..”Me impide despegarme y me clava al suelo”, “estoy aplastado por mi madre”. El pie con una excesiva bóveda plantar asemeja a una persona que se acurruca y se repliega sobre si misma expresando así su necesidad de autonomía en relación a la madre. “Me resisto al agobio de mi madre”.

Las personas con unos pies pesados están firmemente arraigadas al suelo, a la seguridad. Son personas de fiar, constantes y realistas y poco dadas al plano intelectual.

Pies calientes: Es el arquetipo de la dulzura, sinónimo de bienestar. A las personas que tienen los pies calientes les hubiera gustado que su madre fuese más buena, dulce, cálida, más amorosa. Pies fríos: “Mi madre es fría, no tengo ganas de tocarla, porque su contacto es desestabilizante”.

Las personas que caminan sobre las puntas de los pies tienen un grave problema con la madre: “No la quiero ver, no la quiero tocar”. Al mismo tiempo tienen poco contacto con la realidad, no echan raíces en ninguna parte y son poseedores de grandes sueños, fantasías y enorme creatividad. Caminar con los pies hacia fuera puede ser un signo de apertura, de extroversión; lo contrario, es decir, caminar con los pies mirando hacia adentro, nos hablaría de una persona tímida que tiene miedo a  avanzar, “voy, pero no tengo ganas de ir”. Por su parte aquellas personas que caminan apoyándose principalmente sobre su talón, como si fueran pisando huevos, tienen la tendencia de rehuir la vida ya que por  la postura que adoptan son propensos a ser derribados hacia atrás fácilmente.

Los callos en los pies expresan nuestra necesidad de protegernos de nuestra madre. “Necesito protegerme de mi madre”. Fascitis plantar: Cólera en relación a la madre o la función materna. Rabia reprimida. “No tengo derecho a expresarla”.

Espolones calcáneo: (hueso del tarso que forma el talón). Acusarse profundamente a uno mismo, a lo que se es.  Verse obligado a frenar en seco. Sentimiento de no encontrar apoyo o que hemos perdido algún apoyo.

Tendinitis tendón de Aquiles: Permite la propulsión del cuerpo. “Desvalorización en la impulsión vivida en el presente” real o simbólica, y a veces es subjetiva. La planta del pie representa a la madre, pero a nivel simbólico, es la casa donde se encuentra la madre, la casa familiar. “No tengo derecho a marcharme de casa”, a poner el pie en el suelo para marcharme. “He querido marcharme, pero no he podido”. Me culpabilizo de pensar que quería marcharme.

Pie inmovilizado= situación no aceptada Por lo tanto, los problemas en los pies hablan de los conflictos que cada uno tiene en relación con la madre, (puede tratarse también de una madre simbólica que protege: la Seg.Social o las Ayudas Estatales…etc.) y de su posición frente al mundo. Nos indican que las posiciones que tomamos o mantenemos carecen de fiabilidad o de seguridad. Es propio de las personas que tienen miedo, de las que temen expresar sus propias opiniones, de las que no se sienten a gusto consigo mismo o no aceptan la posición que mantienen en ese momento. También puede expresar la percepción de no avanzar, de estar estancado, de dar vueltas en torno a lo mismo, quizás por no saber qué actitud tomar frente a una situación, por “no saber adónde ir”.

Cuando la tensión se manifiesta en el pie derecho, significa que tiene relación con lo masculino y, cuando se presenta en el pie izquierdo, tiene relación con lo femenino.

Para cada dedo del pie izquierdo, comenzando por el pulgar, le corresponden las siguientes energías: tristeza, emociones y creatividad, amor, optimismo, confianza y sexo.

Para los dedos del pie derecho, comenzando de nuevo por el pulgar, son las siguientes: alegría, deseo, agresividad y decisión, apego, miedo e inseguridad.

Ahora sí, veamos cómo se interpreta: Dedo liso: expresa los sentimientos o las consideraciones de tipo intelectual de forma modesta pero decidida. Dedo en bloque: la energía que refleja este tipo de dedo puede expresarse de forma demasiado brusca. Es innegable que se trata de una persona poco flexible, de carácter dominante y muy poco dada a la negociación. Dedo con abultamiento: Cuando encontramos esa pequeña protuberancia bajo el dedo podemos estar seguros de que existen aspectos que no se aprecian a primera vista. Estamos ante una gran cantidad de energía oculta.

Dedo con callo o juanete: los juanetes indican siempre que se está ocultando alguna emoción. Cuando el dueño o la dueña hacen algo que, por la razón que sea, no consideran correcto, es muy probable que encontremos un juanete en el dedo relacionado con la expresión de ese sentimiento. Cuello de botella: un dedo con esta forma, como si lo hubieran apretado en la parte central, revela que la energía se estanca temporalmente y, como en un embotellamiento de tráfico, no hay posibilidad de aumentar su velocidad de salida.

Dedos anchos y grandes: pertenecen siempre a personas muy dotadas para la argumentación dialéctica, que hablan largo y tendido. Dedo torcido: un dedo así indica un cambio del rumbo general. Pertenece a una persona con un principio muy distinto a su final. En un dedo torcido (en la raíz) representa una determinada reacción que luego cambia e impide que el mundo exterior reconozca la anterior energía, es decir, se niega la energía original y se presenta como procedente de otras fuentes.

Dedo ladeado: en este caso se trata de que su dueño o dueña demuestra cosas distintas a las que realmente piensa o siente. Esta configuración no permite que la energía se mantenga en su dirección original. Dedos doblados: los dedos que se doblan ajustándose a la línea del pulgar y el meñique indican cierta capacidad para la manipulación. Dedo en tensión: cuando se produce tensión en un dedo cualquiera, estamos ante un cambio en marcha. Con frecuencia, éste presenta un color distinto a los demás producido por el aumento de energía y actividad. Dedo desviado: un dedo desviado de su dirección original que se inclina hacia el meñique demuestra una completa superación del pasado y una necesidad de abordar rápidamente el futuro. Ansias de éxito rápido. Dedo con la punta cuadrada: indica una forma intransigente de expresar la energía. Se trata de una persona que no está sobrada de tacto y que sabe defenderse cuando la atacan. Así soy yo, y no quiero cambiar.

Marcas abultadas y horizontales en la uña: oleadas en el terreno de las emociones. La energía conectada con un dedo que tiene ese tipo de uña causa inestabilidad emocional. Dedo levantado: este tipo de dedo apunta al aire y carece de conexiones con la tierra. El carácter correspondiente es fantástico y presenta tendencia a soñar despierto y a evadirse de los problemas o de la realidad que no le satisface. Dedo en gancho: refleja que su dueño o dueña ha sufrido fuertes imposiciones del mundo exterior por parte de alguna autoridad dominante que no le ha permitido expresarse sin libertad. Dedo redondeado: la punta redonda indica que la expresión se suaviza en los puntos finales. La personalidad correspondiente a la forma redonda adopta actitudes tácticas por naturaleza y pude ser dócil y temerosa de emitir su propia opinión. Forma de espátula: esta forma facilita la expresión de una gran cantidad de energía que se manifiesta con fuerza y, por lo general, de modo imprevisto.

Para terminar, como siempre,  te invito a que te saques los zapatos, mires tus pies y empieces a descubrir más sobre ti mismo

Gracias

Sanando a nuestro niño interior

 

 

 

La mente es poderosa. Nos arrastra de un lado a otro, nos sumerge en el pasado o nos hace temer al futuro. A veces, nos atrapa en círculos de pensamientos y emociones que nos mantienen en la misma realidad una y otra vez.

No obstante, es importante tener en cuenta que los pensamientos y emociones que experimentamos no son parte de nuestra verdadera identidad, sino patrones, creencias y paradigmas que hemos adoptado a lo largo del tiempo por nuestra interacción con la cultura y la sociedad. Estos factores nos distraen del presente, el cual podríamos alcanzar conectándonos con nuestro cuerpo, nuestros potenciales y nuestra auténtico Ser.

Durante la infancia se nos enseña a definir quiénes somos, cómo debemos comportarnos y pensar. Esta enseñanza condiciona nuestra identidad a la personalidad, creando una separación entre esta y nuestra esencia espiritual. La educación convencional, centrada en la enseñanza y en la perpetuación de arquetipos culturales, nos lleva a enfocarnos en lo intelectual en lugar de en lo espiritual y emocional, generando personalidades arquetípicas para mantener el statu quo. La cultura, a través de los padres, nos transmite creencias limitantes surgidas de frustraciones y comportamientos que, aunque parezcan normales, en realidad no lo son. Los padres no son conscientes de que su hijo replicará esas mismas conductas en el futuro consigo mismo o con los demás, y viceversa. Las emociones vinculadas a esas creencias limitantes son las que el hijo heredará y repetirá.

Nuestro niño interior herido es el yo infantil afectado por emociones disruptivas que se han arraigado en él. Estas emociones se han grabado en el subconsciente y se repiten en la edad adulta debido a ciertas circunstancias o actitudes de otros. Estas emociones nos recuerdan que aún hay heridas por sanar. Es normal sentirnos afectados por ellas, ya que todos tenemos vulnerabilidades que pueden desencadenarlas. Es importante reconocerlas y comenzar el proceso de sanación para encontrar la paz interior. No debemos olvidar que las emociones disruptivas son una parte natural de la experiencia humana y que no hay que reprimirlas. Aceptarlas y permitirnos sentirlas es el primer paso para trabajar en sanar esas heridas emocionales. Al conectarnos con nuestro niño interior herido, podemos comprender mejor nuestras reacciones y aprender a brindarnos el cuidado y la comprensión que necesitamos.

Para reconectar con nuestro verdadero Ser, debemos llevar la conciencia al cuerpo a través del movimiento significativo. Es vital enfocar los sentidos en percibir la vida y nuestras sensaciones, sin juzgar, manteniendo la conexión con la respiración constante. La respiración consciente y los labios entreabiertos nos sumergen plenamente en la experiencia, alejándonos de la mente activa y cultural. Para fortalecer este proceso, es importante que nuestra conciencia se acostumbre a estar presente en el aquí y el ahora. Por lo tanto, cada día repetiremos y cuantas más veces mejor la afirmación: “Siento este momento con todos mis sentidos”, dirigiendo nuestra atención a cada uno de ellos. Al practicar la atención plena en el momento actual, nos acercamos cada vez más a nuestra verdadera esencia. Recuerda, aceptar y sentir nuestras emociones es el primer paso para encontrar la paz interior y vivir en armonía con nuestra auténtica identidad.

Una Sesión de Pies

Hemos llevado la atención a nuestros pies y hemos trabajado con ellos con la intención de poder apoyarnos, caminar, levantarnos y estar de pie de una forma más fácil, más equilibrada, ganando confianza para aprender a sostenernos en nosotros mismos.

Una sesión presencial de alineación corporal activa  diferente pero no por ello menos interesante y constructiva.

Gracias

Nuestros Pies, una Obra Maestra de la Biología

 

 

 

Los pies, nuestras bases de apoyo, nuestro contacto con la tierra  y sin embargo, que poco los conocemos y que poca atención les prestamos.

Incluso, vamos más allá castigándolos hasta deformarlos con el calzado que nos impone la moda, la cual ni conoce ni respeta en absoluto su forma natural, sino todo lo contrario, antepone la imagen a la salud.

El pie es un elemento básico y fundamental de nuestro organismo. Una obra de ingeniería compuesta por más de 26 huesos y  100 tendones cuya misión es sujetar y equilibrar el peso de cada persona. Los huesos del pie se multiplican de atrás hacia delante, para darle al pie una forma ensanchada en su parte anterior, como un abanico. Cuando el pie presenta un eje correcto  se apoya, en su parte posterior, sobre las dos tuberosidades posteriores e inferiores del calcáneo, por su parte anterior, por la parte interna sobre la cabeza del primer metatarsiano y, por la parte externa, sobre la base del 5º metatarsiano. Estos tres puntos de apoyo deben estar a la misma altura y recibir el mismo peso corporal.

Los pies son los cimientos del cuerpo. Un mal apoyo de los pies repercute en el resto del cuerpo, y viceversa, ya que los diversos elementos

de dicho cuerpo  deben conseguir, aunque sea forzando a que trabajen de forma correcta para  que las personas mantengan su equilibrio al andar.

La gravedad no aplasta el arco plantar, sino que lo eleva. Cuando el arco del pie se aplana en el suelo es porque los pilares, sin un centro sólido, ceden siendo la rotación interna del fémur la que hace bascular el pie y tumbar el arco interno dando la sensación de un pie plano.

Los tres puntos de apoyo de la planta del pie deben estar a la misma altura, es decir, al mismo nivel. De ahí que el uso de tacones en combinación con la terminación en punta de los zapatos lo único que facilitan es un acortamiento brutal de la parte posterior del cuerpo y de la planta de los pies (esto músculos forman parte de la Cadena Muscular Posterior).

El pie es una estructura perfecta capaz de adaptarse a cualquier tipo de  terreno y no debe ser al revés. Si tenemos en cuenta que andar durante todo el día ejerce sobre nuestros pies una fuerza equivalente a varios cientos de toneladas, no es extraño que muchos dolores de espalda, dolencias de la columna vertebral, piernas fatigadas o sensación de cansancio en general tengan su origen en un mal apoyo del pie.

Nuestros pies son la base que nos sustenta. En ellos nos apoyamos, para caminar, levantarnos y estar de pie. Son además nuestro medio de locomoción más próximo e integrado, por ser parte de nosotros. Son medio de defensa, de ataque y huida. Podemos utilizarlos para dar patadas, defendernos e impulsarnos y como medio de contacto placentero. Son nuestro medio para permanecer arraigados, en la tierra, presentes y realistas.

Como el resto de nuestro cuerpo los pies reflejan nuestro estado, por lo tanto tal como tenemos los pies, así estamos. Si nos identificamos

 con las cualidades, texturas, formas, apoyos de nuestros pies descubriremos algo más de nosotros mismos. Según haya sido nuestro desarrollo y nuestro estado y cuidado, así se mostraran nuestros pies. Todo nuestro estado físico, energético, emocional, mental y nuestra actitud se refleja en los pies. Como todo nuestro desarrollo se refleja en todo nuestro cuerpo, igual en los pies.

¿Y cómo nos afecta esto? Pues que cuanto mejor apoyo hayamos tenido mejor nos apoyaremos en la realidad, cuanto más hayamos andado sobre nuestros pies más seguros nos sentiremos. Cuanta más planta apoyemos a cada paso más seguridad y amplitud tendremos. Cuanto más relajados estén nuestros pies y nosotros, nuestro órganos vitales estarán más relajados, sin opresiones y por lo tanto nuestra salud mejorará.

Generalmente les hacemos poco caso a nuestros pies, salvo cuando nos duelen, o nos dan problemas para caminar o estar de pie. Pero lo ideal sería no esperar hasta ese momento, sino prestarles mucha más atención habitualmente, antes de que nos duelan. Si ya nos duelen o nos damos cuenta de que no les hacemos mucho caso, os voy a proponer un pequeño test como primer paso para que observéis vuestros pies y veáis, notándolos, como están apoyados vuestros pies en el suelo.

Ponte de pie, con los pies separados a la anchura de tu cadera, las rodillas ligeramente flexionadas, respirando normalmente,  y notando como al respirar tus rodillas te sirven de amortiguados y flexibilizan tu apoyo en el suelo. Nota tus plantas, y percibe su apoyo. Mantente atento y en contacto con tu respiración, tus pies y la postura por un rato y observa:

¿Te balanceas? ¿Estás inmóvil?, quizás tiendas a apoyarte más en la zona de delante, sobre los dedos, o tal vez lo hagas en los talones; quizá más en un pie que en el otro, o quizá te apoyes más en la cara interna o externa del pie. Los dedos de tus pies, ¿se apoyan en el suelo o están en «garra»?.

Te invito a que realices este pequeño test, ya que todas estas observaciones te ayudarán a tomar conciencia  de tu apoyo y por lo tanto de tu estado vital, para que puedas darte cuenta de qué manera avanzas por la vida, y puedas conocerte mejor.

Gracias

El dolor de cabeza y la migraña: una mirada consciente